Aunque el libro de Levítico, que es también parte de la Torah, advierte: “No maldecirás al sordo” (Lv 19, 14), el Talmud limita el derecho de los sordos a la propiedad y restringe su participación en el culto. El hijo de Creso, rey de Lidia, fue desheredado por ser “sordo y tonto”. Aristóteles concluyó que los sordos eran incapaces de aprender y razonar. Los juristas romanos los despojaron de sus derechos ciudadanos. Veda El Venerable nos cuenta, como si fuera un milagro, cómo San Juan de Beverley le enseñó el alfabeto a “un niño tonto de Hexham”, que era sordo. George Dalgarno, prominente filólogo inglés, lleno de preocupación por el bienestar de los sordos, escribió un manual para su educación al que tituló Didascalocophus, tutor para sordos y tontos. Sordos y tontos. Esas palabras se han usado casi como sinónimos por cientos, miles de años. Existe casi desde siempre la singular creencia de que nuestro uso del lenguaje revela, de alguna manera inefable, nuestro nivel de inteligencia; que si alguien “habla mal” (lo que siempre quiere decir “no como nosotros”) es porque es tonto o inculto o bárbaro. Las víctimas más trágicas de ese milenario prejuicio han sido, y continúan siendo hoy, las personas con discapacidades auditivas, dada la común, pero igualmente equivocada, identificación entre lenguaje y sonido. El Perú, por desgracia, no es una excepción.
COMENTARIO DE ROMINAQue pena que en Peru no haya un sistema bien definido. Estoy estudiando ASL (American Sign Language) y quise saber un poco mas de la cultura de sordos en Peru, pero aparentemente no hay nada.
La verdad no se como se comunicaran los sordos por alla, pero ojala que pueda haber alguna persona que le interese un poco mas sobre el LSP y logre desarrollar por lo menos alguna guia en la cual no solo sea como una especie de diccionario, sino que sea util para los sordos en el Peru.
Romina Cupen
rominacupen@gmail.com
PERU